Esta vez no ocurrió nada extraño en el castillo del Gran Hermano con monstruos . En lugar de eso, ¡tuvimos una boda! ¡Sí! ¡Bernarda la cient...

SÉPTIMA SEMANA DEL GHM

Esta vez no ocurrió nada extraño en el castillo del Gran Hermano con monstruos. En lugar de eso, ¡tuvimos una boda! ¡Sí! ¡Bernarda la científica mutante y Bublob el monstruo del pantano decidieron dar el gran paso justo en medio del concurso! ¿No es enternecedor? Debido a ello, pasamos los seis días anteriores decorando el castillo. Vestimos a los murciélagos con tules, pegamos luciérnagas a las telarañas de los rincones, contratamos una banda de música gótica, e incluso sir Gandolfo colaboró un poquito, una vez que prometió no hacer barbaridades (las cabezas cortadas no quedan bien en las bodas, ni siquiera en las de monstruos).

Aracne tejió el vestido de la novia con seda natural. Rodolfo se encargó de cazar la carne para la cena, el monstruo bajo la cama se limitó a gruñir de felicidad, Medusa nos prestó a Pegaso para tirar de la carroza nupcial, y dejamos a los fantasmas japoneses a cargo de las fotografías y filmaciones. Mientras tanto, Atatrix y 0010110 (ambos muy organizados y metódicos), se pusieron de acuerdo para enviar las invitaciones, ordenar los espacios de estacionamiento y acomodar a los invitados en sus respectivas mesas. Esto último no fue tarea fácil, por cierto: como todos los invitados eran monstruos venidos de otras partes del mundo, había que sentarlos de tal manera que no causaran problemas; por ejemplo, devorarse/mutilarse unos a otros o ponerse de acuerdo para llevar a cabo algún plan de dominación mundial.

Los cocodrilos del foso, vestidos de traje y corbata, fueron los mozos a la hora de la cena. Se portaron bastante bien, aunque mordieron a algunos monstruos en los tobillos al pasar por debajo de las mesas (es difícil abandonar ciertas costumbres).

Debido a sus largos años de vida, el conde Drácula tuvo tiempo en algún momento de volverse juez de paz, de modo que no necesitamos traer a nadie del exterior para llevar a cabo la ceremonia. Menos mal. Probablemente algún monstruo invitado se habría comido a cualquier juez o cura humano que apareciera en el castillo.

La ceremonia fue muy bonita, y en poco rato Bernarda y Bublob quedaron felizmente casados, en la riqueza y la pobreza, en la enfermedad y la salud, con lluvia o sequía en el pantano, monstruos y babosos hasta el día que la muerte los separe.


¡Que vivan los novios!

La luna de miel será dentro del castillo, aunque después los dos recibirán pasajes gratis a Transilvania (cortesía de Drácula), y si ninguno de ellos gana el concurso (cuyo premio era el castillo), se mudarán a los Everglades de donde viene Bublob (cada monstruo con su pantano, como supongo diría Shrek).

Al final de la ceremonia pasó algo chistoso: Bernarda arrojó el ramo y quien lo atrapó al vuelo fue... 0010110. Pobrecito. Quedó algo desconcertado. Es que los robots con cerebro de computadora no tienen aspiraciones románticas, de modo que atrapar ese ramo fue para él como si le hubieran dado una aspiradora a un estegosaurio.


Al final de la semana, Aracne se despidió de los recién casados y el resto de los monstruos, dado que fue seleccionada para abandonar el concurso. ¡Adiós, Aracne! Espero que no volvamos a tener plagas ahora que te has ido.

Si aún no han votado en la encuesta (columna de la izquierda), les recuerdo que también se han ido Frankie, Martín el gólem y Matilda la zombi.

¡Hasta la próxima entrega del GHM!

G. E.

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